Descripción
La primera señal del golpe palaciego fue aquel grito que escapó de las habitaciones de la familia real. El príncipe consorte hizo todo lo que pudo por bloquear las puertas e impedir el paso, pero los soldados lo derribaron con sus crueles espadas de bronce. Docenas de mujeres guerreras entraron para ejecutar a la Reina y a sus tres hijos mayores.
Solo se salvó una persona del linaje real y fue porque estaba en la cocina, buscando dulces a altas horas de la noche. Fue allí donde la encontraron los Porteadores.
Sin embargo, su viaje hacia un lugar seguro iba a ser un periplo largo y traicionero, en el que el grupo debería superar incontables amenazas. Estas peligrosas escenas, llenas de osadía y triunfo, son el corazón de nuestra historia.
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